Dom. Abr 20th, 2025
¿Cuál es la iglesia más antigua de Bogotá? ¿En dónde reposan los restos de Gonzalo Jiménez de Quesada? ¿En dónde los de Policarpa Salavarrieta? ¿Cuál fue el primer conjunto residencial de la capital? ¿En dónde se suicidó el poeta José Asunción Silva? ¿Cuál es la calle empedrada más antigua de la ciudad? ¿En qué casa se oyen los gemidos de Custodia, ‘la niña empaderada’?
Cientos de historias y anécdotas que flotan en la memoriosa riqueza cultural y turística de la capital, en sus legendarios personajes y principales calles, iglesias, cafés de antología y centenarias casonas coloniales, recónditos y misteriosos callejones.
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El veterano guía de la capital en el Eje Ambiental, sobre la Avenida Jiménez. Foto:Ricardo Rondón Chamorro

Su primer destino fue Alemania. Con apetito voraz de querer descubrirlo todo, viajó en bus, tren y automóvil compartido por España, Italia, Francia, Inglaterra, y naciones de la desaparecida Cortina de Hierro como Polonia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y República Checa. Un tramo por Turquía, y dos años en Estados Unidos, donde aprendió inglés.
A su regreso a Bogotá encontró quebrada la agencia familiar de viajes. Por cuenta y riesgo propios fundó dos agencias: Viajes San Diego y Travel Alternate, que obligó a cerrar puertas ante la brava competencia de empresas por años consolidadas como Tierra, Mar y Aire y Promotora de Turismo, entre otras. El salvavidas inmediato fue emplearse como agente turístico de las agencias Extur y Doble vía.
Cumplidos esos ciclos, un cuñado que tenía una cadena hotelera, le puso en suerte una van para movilizar extranjeros del aeropuerto El Dorado a hoteles y destinos. En uno de tantos recorridos, un turista le preguntó qué sabía de la Catedral de Sal de Zipaquirá. Naranjo quedó mudo y sonrojado. Ese impase lo motivó a estudiar Guianza, carrera técnica que cursó en el SENA, el primero en certificar guías turísticos.

Riqueza cultural

Sigue por la Carrera Séptima con la ruta Gaitanista, el Museo de la Independencia o Casa de Florero, el complejo histórico y gubernamental de la Plaza de Bolívar, la Manzana Jesuítica, la Manzana Cultural que comprende el Museo Botero, La Casa de la Moneda, el Museo de Arte Miguel Urrutia y la Biblioteca Luis Ángel Arango, y termina en El Chorro de Quevedo, representación de la Fundación de Bogotá.
Del Parque de los Periodistas, Naranjo expone: «Hacia 1960, el Parque de La Romana pasó a llamarse Parque de los Periodistas, por su cercanía a las sedes del Tiempo y El Espectador, entre otros periódicos, ya que en este espacio poetas, periodistas y letrados tenían por costumbre reunirse a tertuliar.
A este parque fue trasladado en 1958 el Templete al Libertador, obra del arquitecto Italiano Pietro Cantini, que inicialmente fue construido e instalado en el Parque Centenario, en 1883, con motivo de los 100 años del natalicio del Libertador. Para el templete, Cantini se inspiró en el Templo de Vesta, en Roma. El boceto de Bolívar fue dibujado por el maestro Alberto Urdaneta, y sirvió de modelo para levantar la estatua en bronce fundido, obra del escultor francés Antoine Desprey, también autor del cóndor ubicado en la cúpula.
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Toma aérea del Parque de los Periodistas Foto:Tomado de la página web visitbogota.co

Ruta Gaitanista

El recorrido continúa por la Avenida Jiménez con Séptima, inmediaciones de la torre de El Tiempo, con su emblemático reloj que da cuenta de la marcha inagotable de una urbe que orbita entre el caos, la prisa, y la ingeniosa y trepidante economía informal, que va de la teatralidad inmóvil de las estatuas humanas, el fakir y el cuentero, los bailarines de tango, el ‘Profe’ de la Salsa; hasta el tarotista, el curandero y el infaltable culebrero, entre otros protagonistas de la disparatada película diaria que seduce y encanta a rubios y caucásicos de tierras distantes.
Nuestro guía señala el sitio donde cayó muerto Jorge Eliécer Gaitán, luego de que un tal Juan Roa Sierra le propinara tres disparos, siendo la una y cinco de la tarde del fatídico viernes 9 de abril de 1948. «Gaitán salía de su oficina, ubicada en el segundo piso del edificio Agustín Nieto Caballero -carrera Séptima, calle 15-. Aquí está la placa conmemorativa», señala a escasos pasos del puesto de Isabel López, próxima a cumplir 50 años con su venta de periódicos y revistas.
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Naranjo junto a las réplicas del poeta León de Greiff y Jorge Eliécer Gaitán, en el Café San Moritz. Foto:Ricardo Rondón Chamorro

La ruta Gaitanista registra a tientas los cafés que el inmolado político frecuentaba: El Rhin, El Gato Negro, el Windsor, el Automático, borrados hace tiempo de la citadina guía cafetera, y el Café Pasaje, octogenario y vigente, de donde la mesera Bertha Morales, en un acto insólito de equilibrismo, salió corriendo con un vaso de agua a socorrer al caudillo moribundo, mientras la turba enloquecida se ensañaba a puño y patada con Roa Sierra, de la Jiménez a la Plaza de Bolívar, «a donde en calzoncillos y con un solo zapato», como narra Gabriel García Márquez en su portentosa crónica del Bogotazo.

Ruta jesuítica

Avanza Naranjo por la antigua Calle Real. Ilustra sobre el Edificio Murillo Toro, hoy sede del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Hace un alto frente a la Casa del Florero, reconocido como Museo de la Independencia, y desemboca en la Plaza de Bolívar, donde abre el abanico histórico, arquitectónico y cultural que representa el poder religioso y gubernamental de la nación:
La Catedral Primada de Colombia, el Palacio de Justicia (con el relato de su cruenta jornada de aquel noviembre incendiario de 1985), el Edificio Liévano de la Alcaldía de Bogotá, que albergó hasta 1900 a Galerías Arrubla, el primer pasaje comercial de la ciudad, que un incendio redujo a cenizas; el Palacio de San Carlos, otrora casa presidencial, donde hoy despacha la Cancillería; el Capitolio Nacional, el Teatro Colón, y la Manzana Jesuítica que íntegra el Colegio de San Bartolomé, la Iglesia de San Ignacio y el Museo Colonial (antes Casa de las Aulas), donde se fundó la Universidad Francisco Javier, nombrada años después como Universidad Javeriana.
(También le sugerimos leer: Semana Santa en Bogotá: estos son los planes que puede realizar en la ciudad de forma gratuita).
El último tramo turístico, al hilo de la guía de Naranjo, conduce a la Plazoleta del Chorro de Quevedo. En ese ascenso, arriba de la Séptima, por la calle 11, se detiene frente a La Puerta Falsa, cuna del típico chocolate santafereño, con más de 200 años de tradición. Argumenta don Jorge que la bautizaron ‘Puerta Falsa’, porque está ubicada frente al acceso lateral de la Catedral Primada (hoy tapiado), que en arquitectura religiosa se le conoce como ‘puerta falsa’.
Por esa senda que conduce a la Calle de El Palomar del Príncipe, donde está ubicada la legendaria pila de Quevedo, que dio nombre a la plazuela de la antigua Santa Fe de Bogotá, en medio de la bulla altisonante de mercachifles, orates y pedigüeños, nos topamos en la Carrera Cuarta con un trancón de la Madonna, que resuelve con un pito uno de los tantos descarriados de calle que reemplazan por su ausencia a la autoridad de tránsito en Bogotá.
En la concurrida Plazoleta del Chorro de Quevedo Naranjo señala la Ermita del Palomar del Príncipe, réplica de la Ermita del Humilladero, donde en la década de los 80 se casó don Chinche con la señorita Elvia, y que los «genios del urbanismo» reemplazaron su precioso empedrado por cemento burdo y adoquines.
El guía aclara que este lugar se asocia a la representación de las doce chozas y la iglesia, con las que Gonzalo Jiménez de Quesada, el 6 de agosto 1538, hizo una fundación de facto de Nuestra Señora de la Esperanza (el primer bautizo de la actual Bogotá), y en terrenos de lo que ahora es la Plaza de Bolívar, el 27 de abril de 1539, acompañado de Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federmán, se consolidó, de manera oficial, la fundación de Bogotá.       
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De tour por La Candelaria, entre empedrados y adoquines, personajes y leyendas de fantasmas. Foto:Ricardo Rondón Chamorro

Fantasmas y leyendas

En octubre, previo a la celebración de Halloween, el Tour de Fantasmas de La Candelaria es uno de los preferidos por extranjeros y citadinos. El fantasmagórico circuito temático recorre ocultos parajes, calles y casonas tocadas de embrujo y misterio; leyendas urdidas con los hilos de la realidad y la imaginación folletinesca, cuyo portavoz es don Jorge Hernán Naranjo Vélez.
Historias escalofriantes como la de Rodrigo, el guajiro que caminaba por la Calle del Calvario, y de manera brutal fue atropellado por el carro de un profesor que le arrancó de tajo la cabeza. Dicen que el alma en pena del guajiro deambula por esa callejuela, y que en ciertas noches se oyen los quejidos del docente, por la pesada carga de su culpa a cuestas.
Los sótanos del Panóptico de Santa Fe de Bogotá, donde hoy se erige un clásico de la arquitectura neogótica: el Conjunto Residencial Calle del Sol (Carrera Tercera, entre calles 11 y 12), cuyos predios datan de 1917, donde originalmente su construcción fue sede del Seminario Mayor de Bogotá y años después del Convento de las Hermanas Clarisas, acunan historias terroríficas.
Después del Bogotazo, los sótanos se convirtieron en calabozos el temible Servicio de Inteligencia Secreto (SIC, que dio origen al DAS), donde se cometieron crímenes atroces en el régimen de Gustavo Rojas Pinilla; y luego, en el gobierno de Julio César Turbay y su Estatuto de Seguridad, fue centro de tortura, una de las más infames, la de amarrar en la noche detenidos desnudos a bloques de hielo.
O la leyenda de la casa donde vivió y se suicidó el poeta José Asunción Silva (Calle 12c # 3-41), quien acosado por las deudas y el amor secreto que profesaba por su hermana Elvira, se descerrajó un balazo. Dicen que, en esa casona colonial de dos patios, donde la poeta María Mercedes Carranza fundó la Casa de Poesía Silva, en la noche se oye tocar el piano que perteneció a la bella, virtuosa y desdichada Elvira.
(Le recomendamos también: Así era el cuidado y la asistencia humanitaria en los tiempos vivos del Hospital San Juan de Dios)
Otra historia, la del Pasaje Michonik (Carrera 2ª # 11-68), el primer conjunto residencial de la antigua Bogotá, construido por judíos que huyeron de la guerra, y que luego abandonaron despavoridos de la sangrienta jornada del 9 de abril del 48, cuando el pasaje fue utilizado como botadero de cadáveres.
En ese itinerario fantasmal también está la visita a la Casa Estrategia (Calle 8ª # 8-44), vecina de Casa de Nariño, donde se rodó ‘La Estrategia del Caracol’, pero que guarda una impactante historia real que supera a la película de Sergio Cabrera, relatada por don Juan Oreste Alzate, cuando la vivienda fue tomada a la fuerza por un embustero cura rojo y una monja falsa.
Como espeluznante el relato de ‘La niña empaderada’, en la casa de Trinidad Forero (Carrera 4ª, calle 10ª). Allí la matrona sometió a una hermosa joven campesina de nombre Custodia, a horribles torturas: le arrancó cabello, uñas, cejas y dientes para desfigurarla por su envidiable belleza. Al ser descubierta y rescatada, Custodia estaba convertida en un indescifrable despojo humano. De noche, dicen, se escuchan sus gemidos.
La ‘Calle de la Mula Herrada‘, que cruza el suntuoso Teatro de El Camarín del Carmen, remite su nombre a la calle empedrada más antigua de la ciudad. Se dice que se oye el resonar de los cascos de la mula y se observan las chispas que brotan de su galopar, y que sus espantosos ojos saltones fueron el terror de los santafereños.

Recorrido de los templos

Bogotano como el que más, con suelas de sobrado kilometraje en el honroso oficio de la guianza, Naranjo Vélez expresa su sentimiento de lo que para él representa la ciudad que lo vio nacer y hoy, desde su sapiencia, da a conocer, de domingo a domingo, a visitantes de Colombia y el mundo:
«Bogotá, vibrante, diversa, anfitriona, vigorosa en su capacidad urbanística, con un desafiante emporio rural que incluye el páramo más grande del mundo, un aeropuerto de vertiginosa conectividad que mueve el mayor número de pasajeros de América Latina; una atractiva y permanente propuesta turística, gastronómica, cultural y de entretenimiento para todos los gustos, entre otras miradas, atrae por estar entre los destinos más deseados del planeta. Por favor, cuidémosla, que es la Bogotá de todos».
Al respecto, las cifras saltan a la vista. El Instituto Distrital de Turismo registró en 2024 el ingreso de 14.074.859 de visitantes. 14% más con relación a 2023, provenientes de Estados Unidos, Venezuela, Perú, España, y a nivel nacional de Antioquia, Cundinamarca, Tolima y Boyacá. Los internacionales fueron por motivos de vacaciones, recreación, negocios, visita a familiares y amigos. Los connacionales registraron motivos similares a los del exterior, agregado a estudio, trabajo, y una mejor calidad de vida.
El recorrido con el máster Naranjo concluye con un canelazo en el puesto del ‘Morocho’ Issac, intersección del Capitolio Nacional y El Colegio Mayor de San Bartolomé. En ese cruce aparece el popular ‘Banderita’, y aprovecho para tomarle una foto con el guía.
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En la plaza de Bolívar, eje de histórico y gubernamental del país, con el popular ‘Banderita’. Foto:Ricardo Rondón Chamorro

-Maestro, para terminar, recomiéndenos 7 templos del tradicional peregrinaje de Jueves Santo.
-Tome nota, por favor:
1. San Francisco, la iglesia más antigua de la ciudad, de la comunidad de los Franciscanos de Asís. Referente estratégico de los bogotanos y de multitudinaria peregrinación en Semana Santa. Admirable por su riqueza arquitectónica colonial, que guarda el cráneo del virrey José Solís Folch de Cardona. Es el único templo que tiene dos púlpitos, y una de las imágenes de mayor devoción en el itinerario de días santos: la del Señor Caído.
2. La Veracruz, reconocida como panteón nacional, donde fueron sepultados los mártires de la época del terror, del llamado ‘Pacificador’ Pablo Morillo. Muy visitada en ese sector por la devoción al Señor de la Buena Esperanza, tallado en madera, por la Virgen María cuando era niña, y por el crucifijo de marfil con el que murió San Francisco de Borja.
3. La Tercera, recibe este nombre, por la Tercera Orden Seglar Franciscana. Los terrenos donde se construyó el templo fueron donados por José Solís Folch de Cardona, el virrey más joven de la Nueva Granada. Ostenta la talla en madera más bella de la ciudad, obra del maestro Pedro Pablo Caballero. Ahí se encuentra el Cristo del Humilladero que estuvo en el siglo XVI en la antigua Ermita del mismo nombre, en la Plaza de Las Hierbas.
4. La Catedral Primada de Colombia, de estilo neogótico, terminada en 1823 por Fray Domingo de Petrés. Ahí está la capilla de Santa Isabel de Hungría, que conserva parte del cráneo de la santa, y los restos de Gonzalo Jiménez de Quesada, de Antonio Nariño, y los del insigne pintor Gregorio Arce y Ceballos. El imponente órgano, ubicado en el costado derecho, data de 1890. En la sacristía está el estandarte con el que Jiménez de Quesada hizo la toma de la ciudad. Para deleitar el ojo artístico, está el fresco ‘Visión del Apocalipsis de San Juan’, del maestro Epifanio Garay.
(Si le interesa, lo invitamos a leer: Estos son los senderos ecológicos a los que puede ir en Bogotá en Semana Santa 2025; ojo a horarios y requisitos).
5. La Candelaria, levantada en piedra y calicanto, terminada en 1686, y erigida a la Santa Patrona de La Candelaria, que le dio su nombre, conserva en el techo los hermosos frescos de Pedro Alcántara Quijano, que también fue escenógrafo del Teatro Colón. Anexo a la Iglesia, el Convento de los Agustinos, donde funcionó el Colegio San Nicolás de Tolentino.
6. San Agustín, monumental en su historia, conservación y arquitectura. Una de las obras más relevantes, la silletería del coro, tallada en cedro, en el Siglo XVII, por el ebanista Pedro de Heredia. Sobresale la imagen del ‘Generalísimo’, vestido con charreteras, como es llamado el Cristo que utilizó Nariño para proteger a la ciudad de la toma federalista. También se conservan los restos de Policarpa Salavarrieta, cuyos hermanos eran monjes agustinos, amigos de Nariño.
7. San Ignacio, Patrono de los Jesuitas. Goza del preciosismo inspirado en la Capilla Sixtina, obra del padre y artista jesuita Santiago Páramo. Estuvo cerrada varios años por remodelación. En una época fue uno de los escenarios preferidos para los casorios de la alta sociedad bogotana. Se conservan los túneles donde los jesuitas escondieron sus tesoros, tras la orden de expulsión del Nuevo Reino de Granada que, en 1767, impuso el Rey Carlos III.
En la despedida, don Jorge resume que siempre está disponible a guiar al visitante por las maravillas visibles y encubiertas que atesora el Centro Histórico de Bogotá, y que depende de la temporada, programa recorridos temáticos por el Santuario de Monserrate, el Centro Internacional, los Humedales, el Día de la Mujer, y la Feria del Libro de Bogotá.
«Todos los recorridos son gratuitos. Solo hay que inscribirse con anticipación. Y, no olvide, amigo periodista, como citaba el eslogan del ayer, que ‘turista satisfecho, trae más turistas’, remata el maestro Naranjo con un fuerte estrechón de manos.
Las personas interesadas pueden comunicarse a la línea 01 800 0127 400 o al WhatsApp 305 812 9202. También pueden obtener más información e inscribirse a través de los portales oficiales www.idt.gov.co y www.visitbogota.gov.co.
Redacción Bogotá
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