Jue. May 1st, 2025
La apuesta de la periodista y académica Maryluz Vallejo en el libro ‘Estrictamente confidencial’, publicado de la mano de Intermedio Editores, comprende una obra epistolar que va más allá de compilar cartas: es una exploración crítica, íntima y reflexiva sobre un hombre que entendió la política como un acto de integridad y el periodismo como un compromiso con la verdad, tal como lo afirma Vallejo. 
Maryluz Vallejo, periodista de larga trayectoria, exprofesora de la Pontificia Universidad Javeriana y apasionada por la historia del periodismo, no se propuso escribir una biografía tradicional. 
MaryLuz Vallejo

La periodista tiene un doctorado en Ciencias de la Información (Universidad de Navarra, España). Foto:Julieth S. Montejo

La estructura del libro, dividida en tres ensayos (el hombre público, el intelectual y el hombre íntimo) revela distintas facetas del político liberal que gobernó Colombia entre 1938 y 1942. 
A diferencia de otras recopilaciones epistolares, Vallejo opta por entrelazar sus hallazgos con reflexiones y contextualizaciones que le aportan a la lectura. 
Como ella misma explica, se sintió una «intrusa en la casa de cristal», haciendo alusión a la metáfora que Santos usaba para describir el ideal de transparencia en el servicio público. 

El lado íntimo del hombre enigmático

Eduardo Santos aparece así como mucho más que un dirigente político o empresario de prensa. El libro lo retrata también como un humanista discreto, un benefactor generoso y un gran internacionalista.
En las cartas se revela un hombre afectuoso, con un humor fino y una prosa cuidada, incluso cuando escribía en medio de tensiones diplomáticas o crisis nacionales. 
Vallejo rescata, por ejemplo, la correspondencia en la que Santos narra su encuentro con Franklin D. Roosevelt en 1945, un documento de alto valor histórico que, sorprendentemente, no fue divulgado por él en su momento.
Por eso el libro cuenta que Eduardo Santos financió estudios de jóvenes, que mantuvo amistades entrañables con figuras como Gabriela Mistral, Paul Rivet o Germán Arciniegas, y que enfrentó con prudencia un periodo político agitado, marcado por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española.
También la autora resalta una carta particularmente conmovedora a Luis López de Mesa, ya en la vejez, Santos reflexiona sobre la muerte, la viudez y la vida sin pasiones. Se muestra humano, vulnerable, pero siempre coherente con sus principios.

Las contradicciones del personaje

Vallejo no evita los matices de la vida de Santos. Cuenta que fue un protector generoso de los republicanos españoles y también restringió la entrada de judíos al país. 
La autora también apunta a que su gobierno, aunque reformista, frenó la “revolución en marcha” de su antecesor Alfonso López Pumarejo, con quien tuvo relaciones tensas. 
«Fue un presidente que nunca alzó la voz para descalificar, que supo usar la ironía en vez del insulto y que manejó el poder con un sentido de la dignidad pública», asegura. 
El libro de Vallejo también desmonta algunos mitos: no fue un millonario desinteresado por Colombia, como se ha dicho, sino un empresario que vivía entre París y Nueva York principalmente por razones de salud de su esposa, Lorencita Villegas. 
Tampoco fue masón, aunque algunos lo creyeron así; ni un político frío, pese a la distancia que mantenía con las pasiones partidistas.
Por ultimo, la autora hace una reflexión a cerca del personaje contando que, Santos representa un modelo de liderazgo que priorizaba la prudencia sobre el escándalo, la cultura y la integridad. Fue un «hombre público que vivía en una casa de cristal».
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ – ESCUELA DE PERIODISMO EL TIEMPO. 

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