La iglesia católica en Colombia despidió a uno de sus pastores más entregados y queridos, el monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, quien falleció en la noche del domingo 1 de junio a las 11:55 p. m. Esto, tras varias semanas de delicado estado de salud.
El Obispo Castrense será recordado por dejar una huella profunda en la vida eclesial y social del país, de acuerdo con lo que expresó el Obispado Castrense en un comunicado oficial. La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), por su parte, manifestó su pesar y su esperanza cristiana en la resurrección, recordando con gratitud la entrega pastoral de monseñor Ochoa, su amor por la formación sacerdotal y su compromiso inquebrantable con la justicia social.
En 2006, el papa Benedicto XVI lo nombró Obispo Auxiliar de Medellín, y cinco años más tarde, Obispo de la Diócesis de Málaga – Soatá. En 2015, fue designado por el papa Francisco como Obispo de Cúcuta, y en 2021 asumió la misión de guiar espiritualmente al Obispado Castrense de Colombia, atendiendo a la comunidad católica de las Fuerzas Militares y la Policía.
Monseñor Ochoa demostró ser un pastor cercano, estudioso, de profundas convicciones humanas y espirituales, y con una sensibilidad poco común. Su amor por la naturaleza —particularmente por las orquídeas— revelaba su capacidad de contemplar a Dios en cada rincón del mundo.
Uno de los capítulos más significativos de su labor episcopal tuvo lugar en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela. En medio de la crisis migratoria, monseñor Ochoa se convirtió en un referente de acogida y humanidad. Promovió comedores comunitarios, albergues y programas de asistencia para miles de personas migrantes y desplazadas. Con el respaldo de Cáritas y organismos internacionales, articuló una red de apoyo que combinaba la caridad cristiana con un liderazgo pastoral firme y visionario.
La noticia de su fallecimiento llega en pleno Año Jubilar de la Esperanza, y las palabras del papa Francisco resuenan hoy con fuerza: “Lo que ahora vivimos en la esperanza, después lo veremos en la realidad”. Monseñor Víctor vivió con esa esperanza, y ahora —creen quienes lo conocieron— goza de la plena comunión con Dios que tanto predicó.
La Iglesia en Colombia invita a unirse en oración por su eterno descanso. En palabras del Evangelio según San Juan: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” (Jn 11,25).