‘La ciénaga: entre el mar y la tierra’ es la película colombiana que más premios ha obtenido en el Festival de cine independiente de Sundance (Estados Unidos): fueron tres en la edición del 2016, cuando su protagonista y director Manolo Cruz y su compañera de reparto, la virtuosa Vicky Hernández, fueron distinguidos por sus tremendas actuaciones. El tercero se lo llevó el relato, escogido por el público como el mejor de la competencia de ficción World Dramatic. Pocos meses después, la cinta llegaría a los cines del país; sin embargo, una disputa legal dilató ese estreno durante ocho largos años. Hasta ahora, que por fin se estrena en salas, en mayo del 2025.
Manolo Cruz interpreta a Alberto Navarro, un joven con distonía. Foto:Mago Films
Manolo Cruz ha sido actor desde los 6 años, cuando apareció por primera vez en ‘Cuando quiero llorar no lloro’ -más conocida como ‘Los Victorinos’ (la original de 1991)-. Su rostro resulta familiar gracias a sus participaciones en unas 45 telenovelas -Diomedes Díaz, La viuda negra, Los tres Caínes, Escobar, Sin tetas no hay paraíso, Valentino el argentino-, 11 largometrajes y 28 obras de teatro. ‘La ciénaga…’ es su primera película como director.
Cruz conversó con este diario acerca de la batalla legal que libró para que su nombre se incluyera como codirector de la película, crédito que comparte con Carlos del Castillo, después de procesos, demandas, apelaciones y solicitudes ante el Tribunal Superior de Bogotá, la Corte Suprema de Justicia y la Dirección Nacional de Derechos de Autor. Pero, sobre todo, nos habla de la belleza, el dolor, los retos y la pasión que le imprimió a este relato cinematográfico, que por fin ve la luz.
Básicamente el tema es que la persona (Carlos del Castillo) que estaba contratada para que por 23 días fungiera como codirector de la película durante el rodaje, porque yo iba a estar interpretando este personaje, tan complicado y necesitaba estar concentrado en la actuación, sencillamente empezó a desconocer mi derecho de paternidad como director de la película y empezó a decir que él era el único director. Solamente estuvo conmigo 23 días, no estuvo en el proceso de preproducción donde se crea la película, se dirige la técnica, se dirige el arte, los colores, se escoge la ropa, los lentes que vas a usar… nunca estuvo ahí ni en el proceso de postproducción, que es donde se cogen esas 26 horas de material de video que se capturan en el rodaje y se arma una película de hora y media. Ahí se escogen las escenas, se pone la música, se selecciona y se dirige todo para que haya una obra cinematográfica, que es lo que la gente ve.
Vicky Hernández y Jorge Cao. Foto:Mago Films
Uno de los retos más grandes era que este personaje, que tiene pues esta situación de discapacidad con su enfermedad de historia muscular generalizada, fuera real, ese era uno de mis propósitos más grandes, porque es una película que te cuenta una historia cruda, sin adornos, tenía que tener esa realidad. Para eso tenía que, como actor, llegar a que la parte física del personaje realmente concordara con la realidad, pero no solamente eso, sino la parte psicológica de estas personas que viven sus vidas en medio de esta desventura y tienen una particularidad: pueden sonreírle a la vida, decir que aman todos los días, porque no esperan que haya un día más. Para la parte física, duré cuatro meses haciendo una dieta para llegar a 49 kilos, y el mes de rodaje tuve que mantenerme y luego, otros cuatro meses para subir a mi peso original. Claro que ya estoy pasado (se ríe) pero fue un reto gigantesco.
Ese era mi reto adicional, cómo lograr que el protagonista, que no habla casi y que no se puede mover de su cama, no se lo ‘tragara’ Vicky Hernández en el papel de su mamá que lo cuida. Porque para mí, ella es la primera actriz de este. Entonces, fue muy bonito porque aparte de ella ser generosa como persona, como mujer, en el set es la más generosa que he podido conocer durante toda mi carrera; esa entrega total, ese compartir emocionalmente con los personajes, es lo que se ve en la pantalla.
Manolo Cruz. Foto:Mago Films
Me ilusionaba al ver esos personajes que hacen los actores estadounidenses o europeos, para los que transforman sus cuerpos, se sumergen en una historia desde otra realidad, cambiando completamente. Tenía en mente papeles como el de Javier Bardem en ‘Mar adentro’ o el de Daniel Day Lewis, en Mi pie izquierdo. Te llevan al límite.
No, para nada fácil. Sabía desde el principio que tenía que ser allá porque allá nació la historia y porque esa realidad es muy difícil de reproducir en otros lugares, menos en un set o menos en un lugar que no sea ese. Además que poder visibilizar ese lugar, precisamente estas personas de ahí, que les ha tocado vivir una vida muy solitaria, muy abandonada, se me hacía necesario. Pero, por supuesto, eso trajo muchas consecuencias. Más con una producción que no se hizo con dinero, sino con amor, el amor de las personas que se unieron a la película. Entonces, claro, sin recursos, sin maneras de poder producir, creo que fue un acto de irresponsabilidad. Y a gracias a Dios que soy muy irresponsable porque si no, no hubiéramos hecho esta película, si me hubiera sentado a esperar a que tuviera los recursos para hacerla, no se hubiera contado.
Casi que todos los años había hecho una novela, una serie o algún personaje. Me había mantenido constante. Pero cuando comenzó todo este intento de boicot, también me vi perjudicado. Y en los últimos cinco años he estado por fuera del país. Ahora estoy en Estados Unidos, donde están los coproductores de mi próxima película, que se llama Traficante de biblias.
Estamos en preproducción. Vine a estrenar la película al país, ‘La ciénaga: entre el mar y la tierra’ y apenas terminé de liberarla, me devuelvo a puntualizar detalles. Luego vengo a rodar a Colombia, porque transcurre un 40% en Medellín y el otro 60%, en Marruecos. Así que ya viene otro drama de estos que me gusta contar, en el cual, por supuesto, voy a dirigir y a protagonizar. Espero que sea igual de bendecida que ‘La ciénaga’.
Creo que el efecto de amor y sacrificio que tiene la película, hablo de la madre entregando la vida por su hijo, se replica en este loco soñador que da la vida por su hija, porque esta película para mí es mi bebé y por eso la he defendido y con orgullo la muestro al público el día de hoy. Esta es una película que busca que se nos muevan las cosas por dentro, que nos recuerde que la idea acá no es tener cosas, sino tener tiempo para compartir con los que amamos.
Sí. Hay muchos que mueren en el primer intento o sencillamente renuncian porque fue muy fuerte. Pero creo que a pesar de lo difícil que ha sido con ‘La ciénaga’, de todos los momentos que tuve que apretar los ojos y decir vamos para adelante, no puedes morir, vamos a seguir luchando, creo que ha sido una película gigantesca para mí, en mi carácter, en mi vida, en mi fe y en mi arte. Saber que puedes contar algo tan profundo, que conecta tan fuertemente con los que quieren verla, te hace más resiliente aún, te da fuerzas para seguir avanzando. Este trabajo no podía dejarlo desaparecer en el cajón de una mesita de noche, no solamente por mi esfuerzo, sino por el esfuerzo de la primera actriz Vicky Hernández, de Jorge Cao, de Viviana Serna; de todos los del equipo técnico y artístico que siguieron esta película, son 150 personas que estuvieron en todas las etapas.
Creo que mucha gente siente esa separación del cine colombiano porque nosotros, los autores, no hemos podido tocar a ese público. La gente necesita sentir cosas, emocionarse, llorar, reír, conectar con lo que ve en la pantalla. Mi esfuerzo más grande es que la gente pueda ver ‘La ciénaga y que se conecte. Tenemos que ir al cine, no por apoyar la película, sino a disfrutar de esto y si nos gusta, después replicar y ser multiplicadores para que la película se sostenga en pantalla.
Voy a dejar esta frasecita, que me gustó mucho y es que en un país donde estamos casi acostumbrados a que la impunidad gane, cuando la justicia habla, hay que salir a celebrar. Ir a la sala de cine es eso, celebrar esta película que se hizo a punta de amor y sacrificio.
SOFÍA GÓMEZ G.
CULTURA EL TIEMPO
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