El pasado 21 de abril el mundo conoció la noticia de la muerte del papa Francisco, quien desde el 2013 se convirtió en el máximo líder de la Iglesia Católica y asumió el cargo de papa hasta el día de su fallecimiento en Roma. El colegio cardenalicio prepara todo lo necesario para la elección del nuevo sumo pontífice.
Se sabe que el reto de elegir al papa 267, es una tarea ardua y con un significado importante, pues será el encargado de dirigir el rumbo de la iglesia a nivel mundial.
Los cardenales deberán elegir al nuevo pontífice. Foto:AFP
Durante los preparativos para la realización del cónclave, el cardenal Raymond Burke invitó a todos los feligreses a unirse a una “Solemne Novena de Esperanza a Nuestra Señora del Buen Consejo”, orar por la Iglesia universal, el mundo y el eterno descanso del Papa Francisco.
“Les invito a unirse conmigo, comenzando este próximo 1 de mayo, en una novena a la Madre del Buen Consejo, ante los muchos desafíos que enfrentamos en nuestros hogares, en nuestras familias, en la sociedad y en la misma Iglesia”, dijo Raymond Burke.
Desde el Vaticano invitan a los creyentes a unirse a la novena a Nuestra Señora del Buen Consejo, que se rezará entre el 1 y 9 de mayo.
El poder de la oración en Semana Santa Foto:iStock
Oración para todos los días
Gloriosísima Virgen María, escogida para ser Madre del Verbo Encarnado, tesorera de las divinas gracias y abogada nuestra, yo, indigno y pecador, a Vos recurro a fin de que os digneis ser mi guía y consejo en este valle de lágrimas. Alcanzadme, por la preciosísima Sangre de vuestro Divino Hijo, el perdón de mis pecados, la salvación de mi alma y los medios necesarios para conseguirla. Alcanzad para la Santa Iglesia el triunfo sobre sus enemigos y la propagación del Reino de Jesucristo por toda la tierra.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Primer día
¡Cómo me asombra tu preciosa imagen, oh María, Madre del Buen Consejo! Dios se apoya en Ti; Jesús se refugia en tu regazo; el que sustenta el orbe se sostiene a tu cuello.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Segundo día
Al contemplar, madre mía del Buen Consejo,a vuestro Santísimo Hijo tan cariñosamente abrazado a Vos en ese hermoso fresco, recuerdo el amor que os debo y los muchos y enormes pecados con los que infielmente pagué vuestro maternal afecto.
Intercede por mí, Madre clementísima, y decidle a tu Hijo que me perdone, alcanzándome sincera contrición de mis pecados y el don de la perseverancia en el estado de gracia hasta el fin de mi vida.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Los cardenales deberán elegir al nuevo pontífice. Foto:iStock
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Tercer día
El Corazón de Jesús es carne de tu carne, Madre mía, y es sangre de tu sangre. Tu corazón virginal es, por conformidad, por semejanza,por transformación de amor, el mismo de Jesús. Los latidos de tu corazón no son más que el eco de los latidos del Corazón Divino. Todo es perfectamente acorde en tu corazón de madre y en su corazón de Dios.
¡Oh madre mía del Buen Consejo! ¿Dónde puedo admirar esa divina correspondencia de tu corazón y el Corazón de Jesús mejor que en tu precioso fresco? Oh madre, haz mi corazón semejante al tuyo; para que sea semejante al de Jesús.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Cuarto día
¿Qué os decís, madre mía, con Jesús en la sagrada imagen del Buen Consejo? Vuestros labios no hablan, pero hablan los ojos; la actitud; los corazones. Jesús dice palabras secretas y divinas a tu alma que la enajenan de amor. Tú las guardas profundamente en lo más íntimo del corazón para conferirlas contigo misma y meditarlas en la soledad de tu alma. ¡Oh madre mía del Buen Consejo!
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Quinto día
¡Cuánto consuelo halla mi alma al contemplar la modestísima actitud de tus ojos, Madre amadísima del Buen Consejo! ¿A dónde miran? A lo íntimo de tu corazón, tan indisolublemente unido al de Jesús que forman uno solo.
Tu santísima imagen es la representación más genuina de la vida interior, pues veo en ella tratados los caracteres de esta vida divina: Consagración a Jesús, y docilidad al Espíritu Santo. Hazme, Madre mía, apreciar esa vida intensamente espiritual.
Así lo quiero y lo prometo hoy en tu presencia y, como primeros ejercicios de la vida interior, procuraré conservarme en atención amorosa a tu corazón y no olvidar, en lo posible, la divina presencia.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Sexto día
Yo conservo y venero tu santa imagen como un retrato, ¡Oh Madre mía del Buen Consejo! Pero, ¿retrato de quién? De mi amadísima Madre, que ha subido al Cielo.
Con alegría pienso en la gloria en que estás. ¡Y yo aquí en la Tierra! Solamente la esperanza puede mitigar mi pena, Madre mía, y el saber que desde el Cielo no sólo atiendes a mis pedidos, sino que me proteges y guías hacia Ti. Madre, yo quiero desear todos los días la gloria donde Tú estás; yo no quiero apegar mi corazón a nada de este mundo que de Ti me separe. Libre, libre para ir al Cielo quiero mi alma.
¡Oh Madre mía del Buen Consejo! Así lo quiero y prometo; huyendo desde ahora de toda vanidad, de toda mala diversión, de todo ambiente donde transSexto Día pire el mundo su emponzoñado aliento. Confirma con la divina gracia mi resolución, ¡oh tierna Madre! Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Séptimo día
¡Oh Madre del Buen Consejo! La historia de vuestra prodigiosa imagen me enseña que son desdichados los pueblos que merecen vuestro abandono por sus ingratitudes y que son felicísimos los que por su piedad se hacen merecedores de vuestra presencia: que, siguiendo las luces de vuestros Buenos Consejos, se atraviesan los mares de la vida con pie firme y seguro, se salvan precipicios y montañas de obstáculos en el camino de la virtud, y que, con los ojos y el corazón fijos en Vos, son conducidos los que por Vos se guían, a la eterna felicidad, donde ha fijado el Señor el trono de vuestra grandeza. Cuidadme, pues, ¡oh María!, que en Vos tengo yo puestos mi corazón y mis ojos. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Octavo día
¿Por qué, Madre suavísima del Buen Consejo, no se sacian mis ojos de mirar vuestro modestísimo rostro? ¿Qué encanto ha puesto el Señor en esa imagen que atrae irresistiblemente el corazón y entristece la dura necesidad de separarse de vuestra presencia? ¡Cuán bien me encuentro delante de Vos, Madre mía! ¿Qué no será gozaros en el Cielo? Madre mía, Madre del Buen Consejo, enamoradme de vuestra espiritual hermosura, que es un reflejo de la hermosura de Dios; apartad mis ojos de las vanidades de la tierra y dadme aprecio de la vida de virtud, única senda para lograr vuestra eterna posesión en la gloria. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Noveno día
Vengo a despedirme de Vos, Madre del Buen Consejo, al concluir esta Novena; mas no por eso os echaré en olvido. Os llevo grabada en mi memoria; os llevo sellada en mi corazón. Os amo y quiero amaros eternamente; pero ¡cuán descontento estoy de este mi amor! Él no se traduce en obras de vuestro agrado y son muchos los disgustos con que os entristezco con mis constantes abandonos.
Madre mía, amada Madre mía, ¡que sea ésta la gracia particular de esta Novena! No hacer nada que ofenda a vuestros ojos o apene vuestro corazón; darme de veras a mi Jesús, y trabajar hasta la muerte por la santificación de mi alma. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Oración final
Gloriosísima Virgen María, escogida para ser Madre del Verbo Encarnado, tesorera de las divinas gracias y abogada nuestra, yo, indigno y pecador, a Vos recurro a fin de que os dignéis ser mi guía y consejo en este valle de lágrimas. Alcanzadme, por la preciosísima Sangre de vuestro Divino Hijo el perdón de mis pecados, la salvación de mi alma y los medios necesarios para conseguirla. Alcanzad para la Santa Iglesia el triunfo sobre sus enemigos y la propagación del Reino de Jesucristo por toda la tierra.
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