Las dos visiones de diplomáticos israelí y palestino sobre la situación que atraviesa la Franja de Gaza

El conflicto en la Franja de Gaza por cuenta de la ofensiva israelí en su guerra contra el grupo islamista Hamás ha agravado las tensiones entre el Estado hebreo y la comunidad palestina. Hoy, la solución de los dos Estados y la resolución pacífica del conflicto parecen más distantes.

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El diplomático palestino hace un llamado a la comunidad internacional, que, en su opinión, «tiene una deuda con los palestinos». «Está llamada a tomar medidas para castigar el comportamiento genocida de Israel y obligarlo a rendir cuentas», le dijo a este diario.

Mientras que para Cohen, la presión internacional debe dirigirse hacia Hamás, el grupo responsable de la masacre del 7 de octubre de 2023.

«Israel atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia y espera contar con el apoyo y la comprensión de la comunidad internacional. Hamás aún mantiene a 58 secuestrados», insistió en diálogo con EL TIEMPO.

No. Actualmente Israel vive un coctel criminal compuesto por el radicalismo de su gobierno, el terrorismo de sus colonos y sobre todo la agenda política de Netanyahu, a quien le conviene alargar la agresión para evitar ir preso por corrupto o internacionalmente por criminal de guerra. Si Israel verdaderamente estuviera interesada en la paz, solo debería hacer dos cosas: Finalizar la ocupación y dejar su comportamiento criminal.

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No. El conflicto ni es actual ni es conflicto a secas. Es una colonización que inició desde antes de 1947 y que en 1967 se convirtió en ocupación militar. Israel viola casi un centenar de resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, tiene un programa nuclear clandestino, comete crímenes de guerra y hace Apartheid. La solución no pasa por los árabes, pasa por que Israel se comporte decentemente al menos una vez.

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La comunidad internacional tiene una deuda con los palestinos. Un genocidio viene ocurriendo desde 1947 y ha sido cómplice. El mundo ha visto asesinar mujeres y niños palestinos por decenas de miles sin hacer nada. La comunidad internacional debiera exigir a Israel que cumpla la ley y se aparte de su comportamiento barbárico. La Comunidad Internacional está llamada a tomar medidas para castigar el comportamiento genocida de Israel y obligarlo a rendir cuentas, entendiendo que ya no es la víctima sino un victimario que además se vanagloria de sus crímenes.

La pregunta en sí es un llamado al odio y desconoce que se trata de una ocupación militar. Las agrupaciones que enfrentan al ocupante, radicales o no, solo son el resultado. El problema es el ocupante e incluye Cisjordania y Jerusalén Este, donde Israel día a día roba más tierras y recursos, asesina mujeres y niños y siembra violencia. Más bien debe preguntarse ¿cuándo Israel terminará la ocupación, el racismo, el odio, el apartheid y se comportará como un Estado decente, sin delirios de superioridad? Reducir todo a Gaza es seguir la patraña israelí que esto inició el 7 de octubre y que solo se trata de “terrorismo” y de “Hamas”.

Israel la asesinó impulsada por su odio hacia lo palestino, al querer exterminar a todo un pueblo, al creerse superior al resto del mundo, al llenar a Palestina de asentamientos ilegales donde viven más de 800.000 colonos impidiendo su continuidad territorial y al pretender pisotear el derecho internacional y las instituciones como la ONU o la CPI. Hoy Israel humilla al Sistema Internacional en su conjunto. Seguramente Israel intentará culpar a los palestinos, negando como siempre su intención genocida y racista que comete crímenes desde antes de 1947. El gobierno israelí ve a los palestinos como infrahumanos y no escatima esfuerzos para repetirlo y demostrarlo. A pesar de las mentiras y la manipulación del sionismo, si la gente quiere encontrar un responsable de la inestabilidad, la sangre y la barbarie en Palestina y en el Medio Oriente, ese se llama Israel.

Hamás no demuestra intención alguna de liberar a los 58 secuestrados que aún mantiene en condiciones inhumanas en Gaza. A pesar del diálogo con países árabes y la presión ejercida por Estados Unidos, no se han logrado avances ni en su liberación ni en la búsqueda de una salida al conflicto. Actualmente, Hamás se aleja de cualquier posibilidad de solución. Simula estar dispuesto a negociar, engañando a la comunidad internacional y responsabilizando a Israel de la falta de avances, mientras continúa sometiendo a los secuestrados —y a sus familias— a abusos físicos y psicológicos, difundiendo videos que evidencian su crítica situación.

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Israel busca la paz y la normalización con los países dispuestos, como lo demuestran los Acuerdos de Abraham, que fortalecieron el comercio, el turismo y las relaciones diplomáticas. Estas alianzas han demostrado ser sólidas y fundamentales para la estabilidad regional. Sin embargo, Irán persiste en sus esfuerzos por desestabilizar la zona, atacando directamente a Israel y respaldando a grupos terroristas como los hutíes, que continúan lanzando misiles desde Yemen contra diversas ciudades israelíes.

Israel atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia y espera contar con el apoyo y la comprensión de la comunidad internacional. Hamás aún mantiene a 58 secuestrados y persiste en su objetivo de destruir nuestro Estado. La presión internacional debe dirigirse hacia Hamás, responsable de iniciar esta guerra con un ataque brutal que cobró la vida de más de 1.200 personas, en su mayoría civiles. 

Esta guerra podría terminar mañana si Hamás decide liberar a los secuestrados y abandonar su campaña de terror. Justificar ataques contra Israel en este contexto es, en efecto, promover el terrorismo, una amenaza inaceptable en cualquier parte del mundo.

Desde el inicio de la guerra, Israel ha enviado a Gaza más de 65.000 camiones con ayuda humanitaria, incluso poniendo en riesgo la vida de sus propios soldados. Sin embargo, Hamás ha asumido el control de la distribución y utiliza estos recursos para sus propios fines, agravando deliberadamente el sufrimiento de la población. 

Desde que Hamás tomó el poder de la Franja de Gaza en 2007, ha priorizado la construcción de infraestructura terrorista sobre el bienestar de los civiles. El hambre se ha convertido en una herramienta más para manipular a la comunidad internacional y desviar la presión hacia Israel. Una vez más, Hamás tiene en sus manos la posibilidad de poner fin a la guerra de inmediato. Pero simplemente no quiere hacerlo.

La solución de dos Estados no es aplicable a la situación actual en Gaza, controlada por Hamás, una organización terrorista cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel. Dicha solución contempla un acuerdo con una Autoridad Palestina responsable de la seguridad y el bienestar de los palestinos en Judea y Samaria, y con la que sea posible dialogar en términos de territorio, seguridad y reconocimiento mutuo.

Israel no negociará con Hamás. La prioridad inmediata es la recuperación de los secuestrados y garantizar que, una vez concluida la guerra, Hamás ya no represente una amenaza para la población israelí.