Hace exactamente un año, durante la ceremonia de graduación en la Universidad de Harvard, hubo una sonora rechifla cuando el presidente de la Institución, Alan Garber, subió al podio para felicitar a los más de 7.000 estudiantes que ese día recibían su diploma.
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Manifestantes en Harvard Yard contra los ataques del presidente Donald Trump a la universidad. Foto:AFP
Especialmente cuando tomó la palabra para defender a los estudiantes internacionales y la independencia del prestigioso centro educativo en el marco de la batalla sin precedentes que viene librando contra la administración de Donald Trump.
Aunque la pelea involucra a muchas de las universidades de élite en Estados Unidos -entre ellas Columbia, Yale y otras- Harvard, y Garber como su presidente, se han convertido en el rostro de la resistencia.
Ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar
Una serie de ataques del gobierno Trump
Eso en respuesta directa a las protestas estudiantiles que se desataron en varios centros educativos del país en el 2023 tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamás.
El Gobierno acusa a la universidad de ‘fomentar la violencia y el antisemitismo’. Foto:AFP
Inicialmente, algunas universidades, como Columbia, llegaron una acuerdo para responder a algunas de esas inquietudes y en el que se comprometieron a mejorar la seguridad de los estudiantes (con una fuerza de agentes especiales que vigilarán el campus), redefinir el concepto de antisemitismo que enseñan y que ahora abarca “cualquier acto de violencia contra Israel o el manejo de un doble estándar contra el país”, y otros cambios en sus departamentos para los estudios sobre Oriente Medio y África.
Los acuerdos, de por sí, causaron mucha polémica por el uso del poder del gobierno para obtener concesiones en entidades de naturaleza privada.
Pero en el caso de Harvard, los requisitos fueron aún más radicales.
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En una carta enviada a la universidad a comienzos de abril la administración exigió a Harvard modificar su modelo de gobernanza, reducir el poder de estudiantes y profesores, eliminar cualquier preferencia racial, acabar con los programas de diversidad y equidad, y evaluar y sancionar a los estudiantes internacionales que apoyaran el terrorismo o el antisemitismo.
Más polémico aún, se les pidió aceptar una auditoría externa de estudiantes, profesores, personal y directivos para garantizar la «diversidad de puntos de vista», y que muchos entendieron como un vehículo para instalar voces pro-Trump en el centro docente.
Harvard, ante el embate, respondió trazando una línea roja.

Trump presiona a muchas universidades con recortes Foto:
“La universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales. Ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar”, dijo Garber una misiva de respuesta.
El contragolpe de Trump no se hizo esperar. A las pocas horas, la administración canceló más de US $2.200 millones en aportes federales que en su gran mayoría van dirigidos a la investigación científica.
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Un castigo tremendo, pues, aunque Harvard es una de las universidades más ricas del mundo, por lo menos el 20 por ciento de sus recursos anuales de financiación llegan por la vía del gobierno.
Desde entonces la disputa ha seguido escalando. Hace 15 días, la administración le retiró a la universidad la certificación que le permite matricular a estudiantes extranjeros. Otro torpedo, pues estos representan un 25 por ciento del total de estudiantes (más de 6.800 en este 2025) que aportan -a través del pago de matrícula- cerca de US $700 millones.
Harvard Yard de la Universidad de Harvard. Foto:Getty Images via AFP
Así mismo, Trump pidió al Servicio de Ingresos Internos (IRS, por su sigla en inglés), que revoque su estatus como entidad libre de impuestos y que en Estados Unidos cobija a organizaciones sin ánimo de lucro, grupos religiosos, centros educativos y otros.
Y esta semana lanzó otro misil, que también afectó a la universidad, al ordenar una pausa indefinida de entrevistas para obtener visas de estudiante en todos los países del mundo.
Harvard, de momento, ha recurrido a las cortes para tratar de frenar la ofensiva. El jueves, una juez en Boston ordenó dejar en firma la certificación de Harvard para matricular a extranjeros, mientras avanzan en simultánea dos querellas contra la administración por el recorte de recursos y la revocatoria de su estatus tributario.
¿A qué se debe la intensa ofensiva contra Harvard?
Hasta dónde llegará la pelea, y quién saldrá adelante, nadie lo sabe. Tampoco son claras las razones tras del ensañamiento de Trump contra Harvard en particular.
Gobierno de Donald Trump acusa a Universidad de Columbia de violar la ley de derechos civiles Foto:iStock / EFE
Michael Wolff, un biógrafo presidencial, afirma que, si bien puede haber varias motivaciones, la animosidad podría tener raíces personales.
De acuerdo con Wolff, Trump guardaría un resentimiento con a Harvard desde que el centro docente le negó la entrada hace 60 años.
Para la mayoría, sin embargo, hay mucho más de fondo.
Aunque sobre el papel la disputa con Harvard y las universidades de élite está enmarcada en el supuesto antisemitismo, en el fondo, como también ha demostrado en su embate contra la fuerza federal, los centros de pensamiento, el arte, la ciencia y la cultura, lo que parece haber es una estrategia muy elaborada por penetrar y controlar instituciones que a su juicio llevan décadas dominadas por los liberales, en detrimento del pensamiento conservador.
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Trump, de hecho, lleva años despotricando contra estas universidades, a las que ha llamado “nidos de izquierdosos” que censuran a los conservadores.
Y, en cierto sentido, tiene alguna razón. De acuerdo con encuestas internas de Harvard, más del 80 por ciento de sus profesores se identifican como ¨liberales¨ y algo similar sucede en otras universidades de élite e instituciones dedicadas al arte, la cultura y la ciencia.
Pero como dice David Ignatus, columnista del Washington Post, “uno puede tener una opinión sobre la composición ideológica de una universidad. Pero ese no es un problema que deba corregir el gobierno, o que le corresponda. Permitir que el estado intervenga a las universidades para imponer su ideología no solo es antidemocrático, sino que abre toda una caja de Pandora”.
Universidad de Harvard demandó al gobierno de Trump. Foto:AFP
De acuerdo con Martin Wolf, experto del Financial Times, la batalla por el corazón de Harvard, de hecho, es muy similar a la que libró Mao Zedong en China hace más de 50 años cuando buscó derrocar a las élites burocráticas y culturales que a su juicio estaban arraigadas en las universidades y centros de pensamiento.
El impacto de atacar a un centro de conocimiento
Igualmente, preocupante, para los entendidos, es el impacto que tendría el recorte de presupuesto en sus programas de investigación e innovación y el veto a los estudiantes internacionales.
Más que un centro docente -que también lo es- tanto Harvard como muchas otras universidades privadas en el país son consideradas la punta de lanza de Estados Unidos en medicina, ciencia y tecnología.
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Para ponerlo en contexto, Harvard ha producido 163 Premios Nobel y sus investigadores trabajan a diario en curas para el cáncer, trasplantes de órganos, diabetes, y otras áreas.
“Se está tratando de asesinar a la gallina de los huevos de oro. Y va en contra de todo lo que esta administración dice sobre la competitividad internacional. Estamos rechazando a la futura fuerza laboral. La fuga de cerebros ya ha comenzado”, afirma Donald E. Ingber, director y fundador del Instituto Wyss de Ingeniería Biológica de Harvard.

EL TIEMPO Foto:
Lo cual, además, podría tener un impacto importante en la economía.
De acuerdo con cifras de la Asociación Internacional de Educadores (NAFSA por su sigla en inglés), durante el año fiscal 2023-2024 en Estados Unidos estudiaron más de 1 millón de estudiantes internacionales, que inyectaron US $44.000 millones a la economía y generaron casi 400.000 empleos directos.
Si bien muchas de las medidas podrían ser reversadas por las cortes y se anticipa que Estados Unidos reanudará la expedición de visas para estudiantes, varios creen que el daño ya está hecho y pasarán muchos años antes de que pueda ser corregido.
Donald Trump ha lanzado una intensa campaña contra las universidades de EE. UU. Foto:AFP
Entre ellos Nicholas Barr, profesor en el London School of Economics y que se formó en una de estas universidades.
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“Así mañana se solucionará el problema, en este momento hay una nube negra sobre las universidades en Estados Unidos No creo que muchos quieran pagar millonarios recursos para estudiar en un centro del que no saben si podrán graduarse y en un país con un gobierno que les es hostil y los vigila. Y lo mismo pensaría de los que acuden a ellas para especializarse en sus áreas o colaborar en proyectos investigativos. Estados Unidos se acaba de dar un tiro en el pie”, afirma Barr.