Mié. Abr 16th, 2025
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La última vez que Mario Vargas Llosa visitó Colombia fue en el 2018. Era uno de los invitados de la Feria internacional del Libro de Bogotá (Filbo), a la que asistía para presentar su libro ‘La llamada de la tribu’, una autobiografía intelectual, con detalles sobre su evolución política e ideológica.
Su deceso se produjo en la noche del domingo 13 de abril, en Lima, y sacudió todos los ámbitos de las letras, el poder y la academia. Una neumonía acabó con su vida, solo dos semanas después de haber cumplido 89 años, en una celebración en la que fue agasajado por amigos y familiares, y en la que contó chistes y se mostró feliz.
Esas facetas fueron, quizás, las menos conocidas del ganador del premio Nobel de Literatura en el 2010, un hombre que siempre se proyectó con rostro adusto y reservado, que no solamente fue de los grandes representantes del Boom Latinoamericano –junto a Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar-, sino también un pensador universal de ideas polémicas y profundas.
A Colombia, Vargas Llosa vino en varias ocasiones, casi todas, como parte de las actividades de la Filbo: en 1997, 2003, 2004, 2014 y la mencionada en 2018. Cuando Perú fue el invitado de honor, en la edición 27, el escritor arequipeño dio el discurso inaugural y en un acto premonitorio para ese 2014 habló de una anécdota que tuvo con la inteligencia artificial y la literatura.
Vargas Llosa también habló de la situación de su país y del periodismo.

Foto:EFE

“La inteligencia artificial ya ha alcanzado a la inteligencia humana. Dentro de 5 años las novelas no las escribirán los novelistas, sino las computadoras. Me lo decía (alguien que conoció en Venezuela) con alegría y exaltación que a mí me puso los pelos de punta y es uno de esos caballeros deslumbrados por la tecnología que creen que los descubrimientos científicos traerán el paraíso a la tierra”.
En ese mismo discurso, Vargas Llosa reveló su lado inquieto y creativo: “desde entonces, he estado pensando en este qué hacer, de inventar y crear historias, una de las necesidades más antiguas de la humanidad, que está desde el origen de las culturas y civilizaciones que conocemos. E imaginando lo que significaría para los seres humanos, que este antiguo y divertido oficio nos lo arrebaten objetos mecánicos construidos por nosotros mismos”.
El autor de ‘La ciudad y los perros’, ‘Conversación en La Catedral’, ‘La guerra del fin del mundo’ –su libro favorito–, y ‘La fiesta del Chivo’, solo por mencionar algunos títulos, siempre estuvo en el huracán mediático porque su coherencia intelectual no conocía la prudencia. Gracias a sus palabras fue considerado un hombre polémico y hasta de corte autoritario, aunque quienes lo conocían de cerca sabían que era un viejo tierno, brillante, divertido y conversador.
Si de protagonista controversial hablamos, otra de sus visitas al país, en marzo del 2017, tuvo ese tinte, cuando vino como acompañante de su entonces polémica pareja, la socialité Isabel Preysler, imagen del grupo español Porcelanosa, que abría su sala de ventas en Bogotá. Esa vez, no habló con los medios, pero aprovechó su tiempo para recorrer el centro de la capital y visitar el Museo Botero, arte que años después vincularía con sus libros.
Vargas Llosa y Gabo juntos, todavía como amigos, como jurados del Premio Biblioteca Breve de Novela, en Barcelona, en 1970.

Vargas Llosa y Gabo juntos, en el Premio Biblioteca Breve de Novela, en Barcelona, 1970. Foto:EFE

La relación entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez nació de la admiración: el peruano estaba por recibir su título de doctor en la Universidad Complutense de Madrid, y su tesis, titulada ‘García Márquez: historia de un deicidio’, era la declaración de su cariño por el autor colombiano y su fascinación por la novela Cien años de soledad. Es imposible hablar del nobel peruano y de Colombia, sin mencionar lo que fueron esos años de colegaje con Gabo y posteriormente de nostalgia, luego de que dejaron de tratarse. Ambos se llevaron ese secreto a sus tumbas, cumpliendo a cabalidad un pacto de caballeros en el que ninguno reveló la causa de una disputa que, con un puñetazo en 1976, acabó con lo que los unía y, de paso, con la era del Boom literario en el continente.
“Yo quiero pensar que entre Vargas Llosa y García Márquez no hubo una relación de amor – odio, yo creo que hubo amor y frustración, y después, nostalgia. No creo que ninguno de los dos recordara al otro detestándolo”, agrega el escritor Gustavo Rodríguez.
Además de sus visitas y de la célebre amistad (enemistad) con Gabo, Vargas Llosa fue muy cercano a Colombia también por el cariño que le tenía al maestro Fernando Botero, a quien admiraba por su estilo y su talento. Tanto así que uno de los cuadros más famosos del artista plástico paisa -el de Los músicos, original de 1979- se convirtió en la portada del último libro del autor peruano, ‘Le dedico mi silencio’.
‘Le dedico mi silencio’ Editorial: Alfaguara
Precio: $ 64.000
Páginas: 304

‘Le dedico mi silencio’, de editorial Alfaguara. Foto:Cortesía: Alfaguara

“Mi padre tenía un gran aprecio por Vargas Llosa, una gran admiración. Él lo pintó en por lo menos dos o tres ocasiones, y Vargas Llosa a su vez escribió dos o tres textos preciosos sobre mi padre; y cuando llegó la solicitud y se la comenté a mi papá; él inmediatamente dijo que con el mayor de los gustos sin ningún problema ni ningún cobro. Fue de las últimas decisiones que él tomó de esa naturaleza”, comentó en una charla con este diario el escritor Juan Carlos Botero Zea, uno de los hijos del famoso artista plástico colombiano.
Vargas Llosa tenía claro por qué ‘Los músicos’ era la imagen soñada para su novela de despedida, por lo que simbolizaba. El autor peruano y Botero coincidieron a lo largo de sus prolíficas carreras por ser unos obsesionados en darles visibilidad a las tradiciones folclóricas y culturales de sus respectivos países, al final, del continente latinoamericano.
“Es muy bello porque ambos tocan la esencia de América Latina, que es ese aspecto de pasión, de regodeo con el arte público popular, ese deleite de cómo la música nos acompaña a todos en la región, de manera tan importante. Y hay una gran belleza en esa sincronía y coincidencia”, acota Juan Carlos Botero. 
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Por CHMATOS