Si alguna vez se ha visto hablando con sus objetos, por ejemplo, peluches, plantas, ropa o cuadros, no se preocupe, no tiene que correr al psicólogo. Se trata de un rasgo bastante común entre los humanos que buscan lograr conexiones en su vida cotidiana.
De manera natural los humanos estamos programados para conectar con otros, tanto que ello puede extenderse a los objetos, dijo a CNN la doctora Melissa Shepard, psiquiatra certificada en Maryland.
A la capacidad de brindar personalidad o «vida» a objetos inanimados se le llama antropomorfización, es decir, que se le atribuyen comportamientos o sentimientos humanos a cosas, y también a animales.
Lo más común es que las personas desarrollen ese tipo de comportamiento por objetos que tienen algún tipo de significado para ellos, ya que les generan nostalgia y tratan de proyectar los sentimientos sobre el artículo.
Los especialistas también creen que cuando las personas hablan con los objetos podrían estar reflejando un trauma infantil en el que se sintieron aislados o excluidos.
La conclusión es que hablar con los objetos puede ser signo de una sana imaginación y de un alto nivel de empatía, «lo que es realmente hermoso porque creo que nos permite conectar con la gente, los objetos y las cosas de maneras que de otra forma no haríamos», dijo Shepard. Pero si cree que necesita guía o ayuda lo mejor es acudir con un especialista.
Humanizar a los objetos es una acción común. Foto:iStock
¿Cuándo hablar con los objetos puede representar un riesgo a la salud mental?
Aunque, como ya se mencionó, humanizar a los objetos y hablar con ellos forma parte de un comportamiento natural, sí existen situaciones en que ello podría estar indicando un problema de salud mental.
Aquellas personas que tienen un comportamiento compulsivo y todo el tiempo están tratando de comunicarse con los objetos, lo que, además, las lleva a experimentar una emoción extrema, podrían tener que visitar a un especialista.
La experta en psiquiatría Melissa Shepard dijo a CNN que la antropomorfización llega a ser extrema en pacientes neurodivergentes que experimentan ese tipo de comportamiento con mayor intensidad, al grado de que dejan de realizar ciertas actividades o no pueden deshacerse de las cosas por la culpa que ello les genera.