Mar. Jun 3rd, 2025
La calidad del agua que consumen millones de bogotanos ha sido motivo de seguimiento constante por parte de las autoridades sanitarias y ambientales. De hecho, en momentos  de escasez hídrica y racionamientos, la tranquilidad de los ciudadanos recae sobre los análisis que, durante lo corrido del año, ha realizado la Secretaría Distrital de Salud (SDS). EL TIEMPO visitó la planta de tratamiento Tibitoc para ser testigo directo del todo el proceso. 
Según los técnico que acompañaron el recorrido, el agua que llega a los hogares se ha mantenido dentro de los parámetros establecidos para el consumo humano, sin riesgo alguno, de acuerdo con el Índice de Riesgo de la Calidad del Agua para Consumo Humano (IRCA).
Su influencia se extiende a una amplia zona de la capital, principalmente la noroccidental y sur, así como a varios municipios de la Sabana: Cajicá, Chía, Gachancipá, Tocancipá, Sopó, Funza, Madrid, Mosquera y usuarios de Cojardín.
Aguas provenientes el río Bogotá.

Aguas provenientes el río Bogotá. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO

El proceso para entregar agua potable a millones de personas inicia con la caracterización del agua cruda que se almacena en la Dársena de la planta. Posteriormente, esta agua es bombeada hacia los sistemas de tratamiento. La primera fase consiste en oxigenarla y someterla a oxidación, lo cual permite preparar el recurso para la aplicación de coagulantes, un paso esencial para retirar la turbiedad y el color. 
Luego, el líquido pasa a través de los equipos de floculación y sedimentación, donde se remueven sólidos suspendidos. Posteriormente, se realiza un proceso de remoción de manganeso, seguido de filtración, desinfección y estabilización del pH. Durante todo el ciclo, se efectúan muestreos permanentes para verificar el cumplimiento de la normatividad nacional de agua potable.
Una de las principales medidas adoptadas es la reducción temporal del caudal de agua que se entrega desde Tibitoc. Esto permite mantener el agua dentro de los límites exigidos para su potabilidad.
La vigilancia sobre estos procesos no se detiene. La Secretaría Distrital de Salud (SDS)  mantiene un seguimiento riguroso, técnico y permanente, mediante acciones diarias de vigilancia y control, además de la toma de muestras que son analizadas en el Laboratorio de Salud Pública. 
Personal de laboratorio.

Personal de laboratorio. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO

Según Mary Luz Gómez, subdirectora de ese laboratorio, a pesar del incremento de sólidos y materia orgánica por efecto de las lluvias, los análisis han demostrado que los parámetros de calidad se han mantenido dentro de los límites establecidos por la Resolución 2115 de 2007, lo que significa que el agua sigue siendo apta para el consumo humano.

Tablero de Vigilancia de la Calidad del Agua

«Este tablero, disponible en el portal SaluData, permite consultar diariamente los puntos de monitoreo y los resultados de las variables físico-químicas y microbiológicas evaluadas en la ciudad. Para la vigencia 2025, se establecieron 172 puntos activos de muestreo concertados entre la EAAB y la Secretaría», dijo el secretario de Salud de Bogotá es Gerson Orlando Bermont.
En lo que va del año, se han analizado 721 muestras de agua, todas con resultados mensuales sin riesgo, según el IRCA emitido por el Instituto Nacional de Salud. Esto ratifica que el agua que se consume en Bogotá continúa siendo segura.

La modernización de la planta

La planta Tibitoc está en proceso de modernización.

La planta Tibitoc está en proceso de modernización. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO

A la par de estas acciones de control y vigilancia, avanza la modernización de la planta Tibitoc, una obra clave para enfrentar tanto el aumento de la demanda como los desafíos derivados del cambio climático. 
Este año, la planta alcanzó hitos importantes al poner en funcionamiento el sexto tren de tratamiento de los siete que tendrá en total. Esta incorporación permite aumentar la capacidad de tratamiento de 8 a 9 metros cúbicos por segundo (m³/s), lo que mejora significativamente la confiabilidad del sistema y el abastecimiento de agua a través del Sistema Agregado Norte.
La modernización no se limita a aumentar la capacidad. También se han implementado nuevas tecnologías en los procesos de floculación y sedimentación, que mejoran la eficiencia operativa. Se instalaron motores más potentes y sedimentadores que permiten una mejor eliminación de los materiales suspendidos. 
La gerente de la EAAB, Natasha Avendaño, explicó que, con todos los trenes de tratamiento en operación, la planta podrá alcanzar un suministro de hasta 10,5 m³/s, e incluso llegar a 12 m³/s en momentos de alta demanda. Esto beneficiará al 53 por ciento de la ciudad y ayudará a aliviar la presión sobre el sistema Chingaza, mientras sus embalses, Chuza y San Rafael, se recuperan.
Las obras también buscan mejorar la capacidad de respuesta ante eventos climáticos extremos que aumenten la turbiedad del agua cruda. En ese sentido, la modernización de Tibitoc es una pieza clave para garantizar que el agua tratada mantenga la calidad exigida, aun en situaciones de alta complejidad ambiental.
El contrato de obra para la optimización de la planta tiene un valor de 225.065 millones de pesos, mientras que la interventoría está estimada en 13.130 millones. Por su parte, el contrato de modernización, que contempla la intervención de los sistemas mecánicos y eléctricos, tiene un costo de 181.987 millones de pesos, con una inversión adicional de 8.456 millones en interventoría.
Proceso del tratamiento del agua.

Proceso del tratamiento del agua. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO

Las obras de optimización presentan un avance físico del 82 por ciento, y las de modernización alcanzan el 74 por ciento. Se espera que el contrato de optimización concluya en el segundo semestre de 2025. Sin embargo, para junio próximo ya estarán en funcionamiento los siete trenes de tratamiento, lo que permitirá procesar hasta 10,5 m³/s de agua.
Estas mejoras beneficiarán directamente a los habitantes del norte y occidente del Distrito Capital y a los municipios de la Sabana, entre ellos Chía, Cajicá, Tocancipá, Gachancipá, Zipaquirá, Funza, Madrid, Mosquera y Soacha. Con esta inversión, la EAAB no solo busca garantizar la calidad del agua, sino también asegurar la continuidad del servicio en una ciudad cada vez más vulnerable al impacto del cambio climático y la presión demográfica.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a carmal@eltiempo.com 

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