La enrevesada ‘Travesía ciclística Bogotá-Villavicencio’, planeada para el viernes pasado como parte de las celebraciones por los 185 años de la ciudad de Villavicencio, reflejó en buena medida lo que somos como país: mala planificación, falta de requisitos, órdenes y contraórdenes, choque entre entidades, desorden, política y matonería.
El evento consistía en una competencia organizada por el Instituto de Deportes de Villavicencio y varios colectivos de ciclistas que reunieron a más de 15.000 asistentes para que rodaran por la vía al Llano –una de las más complejas y transitadas del país– hasta la capital del Meta. Por lo que trascendió, en años anteriores se había hecho algo similar, pero con 5.000 asistentes. Esta vez eran el triple. Para no hacer largo el cuento, el viernes, muy de madrugada, no había permiso para la actividad.
Comunicado ANI, INVIAS y Coviandina, sobre el estado de la vía. Foto:INVIAS
Pero pasó lo que pasa con muchas cosas en el país. Si entendí bien, la suspensión tuvo origen en la falta de una póliza, una más, con la que los organizadores no contaban y que apareció tarde, en la noche del jueves. Adicionalmente, había recomendaciones técnicas sobre los riesgos que implicaba una actividad con ese número de deportistas, carros escoltas, personas experimentadas y no experimentadas, todos compartiendo un mismo espacio, al lado de tractocamiones, buses, furgones, motos y carros particulares.
Muchos sabemos de lo compleja que es la vía al Llano y se entiende el nerviosismo de quienes deben garantizar la seguridad de 15.000 pedalistas rodando por entre una montaña. Y eso fue lo otro: que no se sabía quién debía cancelar o aplazar el evento. Según los ciclistas, se enteraron pocas horas antes. Tampoco entendían por qué se exigían pólizas adicionales al tiempo que las cosas ya estaban andando.
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Para rematar, típico también de nuestro país, se empezó a buscar responsables. Según el alcalde de Villavicencio, en declaraciones para los colegas de Blu Radio, había rumores de que como él es opositor al gobierno del presidente Petro, pudo tratarse de un sabotaje para impedir la actividad de los aventureros de la cicla y, de paso, ponerles un lunar a las fiestas de Villavicencio. Es hilar delgado, claro, pero con todo lo que se ve a diario una conspiración más o una menos no hace diferencia.
Confieso que no tenía idea de la rodada de los 15.000 ciclistas, que de por sí es una noticia. Sí sabía lo de los 185 años de Villavo, porque lo leí en la revista Llano 7 Días. Y me alegra que se celebren fiestas y que se organicen actividades como estas. Pero no se puede improvisar ni dejar de medir el riesgo que una actividad de este tamaño implica. Siempre habrá tiempo para hacer las cosas bien. Si cada fin de semana circulan por la autopista Norte de Bogotá decenas de ciclistas y uno se angustia, ¿se imaginan ver el equivalente a la mitad del estadio El Campín bajar por la vía al Llano en bici? Asustador.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
@ernestocortes28
erncor@eltiempo.com
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